Imegen: Cuentos de Don Coco |
Cuando Dios castigó al pueblo Judío con un diluvio, los animales se enteraron que Noé construiría el arca para salvar dos parejas de las mejores criaturas. Todos los animales comenzaron a presumir de sus dotes para que Noé les eligiera a ellos: el león decía que él debía salvarse por ser el más fuerte, la mofeta por tener un olor famoso, el elefante por ser el más grande, el burro por su inteligencia, el perro por ser el mejor amigo del hombre, el gato por ser pariente del tigre, la oveja por dar lana, la gallina por poner huevos, la vaca por dar leche, el caballo por llevar al hombre, el buey por ayudar a labrar la tierra... Así todos los animales, excepto la paloma, que permanecía callada. Noé, extrañado, le preguntó si ella no tenía nada que decir, a lo que respondió:
-No me creo ni más sabia, ni mejor ni peor ni más atractiva que los demás. Todos tenemos algo que otro no tiene y que Dios nos ha concedido.
Noé le dio la razón. No era necesario competir ni presumir. Todos los animales olvidaron sus enfados, pues les había calado hondo las palabras de la paloma. Desde entonces, Noé la eligió como mensajera y la envió a sobrevolar la tierra y traer noticias. Ella vino con una rama de olivo en el pico: las aguas habían bajado ya. Dios decidió no volver a castigar de esa forma por los pecados cometidos por el hombre. Desde entonces, a la paloma se la conoce como el símbolo de la paz.
Premio Nobel de Literatura 1978
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Fuente:Amigos de las palomas