Es costumbre en mí redactar una carta, siempre en los mismos términos-más o menos-, a las personas que dejan el trabajo por haber alcanzado una edad en la que la Sociedad considera que deben dedicar el resto de su vida a ser ejemplo de todos/as , disfrutar de cuidarse , de la vida y sus familias.
Sin embargo este año, a causa de la funesta decisión del Departamento, he decidido tomarme unos días para no resultar ácida ni triste en vuestra despedida. Espero que me perdonéis por ello.
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